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¿Qué hace que un experimento sea científico?

Por Diego Golombek, LA NACION, DOMINGO 19 DE JUNIO DE 2016

Foto Nüno

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cierta forma, separar dos platos de sopa y agregarle distinta cantidad de sal a cada uno para determinar cuál nos gusta más puede llegar a ser una especie de experimento casero, con situación control y todo, pero convengamos en que no es lo que solemos entender por ciencia profesional. Además, sobre sales hay mucho escrito.

Pero sí hay criterios que nos acercan a la actividad y las formas de pensar de los científicos. Por ejemplo, la manera de avanzar empíricamente va bastante en contra del sentido común: se intentan refutar nuestras hipótesis. Sí, aunque parezca extraño, siempre debemos ser abogados del diablo y diseñar nuestras experiencias de manera de destruir nuestras brillantes ideas. Eso se llama falsacionismo y nos permite, si no asegurar que estábamos en lo cierto, al menos afirmar que la opción contraria es muy poco probable, ya que nos quemamos la cabeza tratando de demostrarla. Avanzar a los tumbos, que le dicen.

Pero quizá uno de los criterios de avance más importante de las ciencias naturales es la reproducibilidad, o sea que un experimento sea repetible en otras geografías y otros laboratorios y les dé el mismo resultado, o muy parecido (si da algo diferente comienza el show para descubrir por qué). Este principio de reproducibilidad hace que tengamos que escribir nuestros papers de una forma especialmente precisa: hay que contar todo, todo lo que hacemos, desde la marca de nuestros reactivos químicos hasta la cepa y edad de los animales de experimentación y la temperatura exacta de las estufas. Todo lo que le permita a un colega repetir nuestro experimento en Salta, Singapur o Sidney.

Pero este principio no siempre se cumple, y hay datos muy recientes que ponen en duda nuestra capacidad reproductiva (de experimentos, se entiende). La revista Nature acaba de publicar los resultados de una encuesta entre más de 1500 investigadores y los resultados son bastante inquietantes. Por ejemplo, más del 70% aceptan que han tratado de reproducir los experimentos de otros. infructuosamente. Más aún: ¡la mitad de los científicos manifestó que ni siquiera pudo reproducir sus propios experimentos! Es una nueva expresión de la famosa ley de Murphy: en las condiciones controladas y constantes de presión, temperatura y todo lo demás, los experimentos se comportarán como mejor les venga en gana.

A veces un pequeñísimo cambio en el protocolo puede dar números bastante diferentes y allí debemos convertirnos en detectives científicos para detectar la fuente de nuestros errores. Algunos de los problemas vienen desde el origen. Pensamos un experimento, recogemos los resultados y después los analizamos para evaluar posibles diferencias.

Acabo de llegar de un congreso y un colega estaba muy preocupado porque había intentado replicar uno de nuestros experimentos (que la estimación subjetiva del tiempo se afecta bajo condiciones de luz constante) y había fallado completamente. Estuvimos dándole vueltas al asunto un largo rato y no encontrábamos una posible fuente para la discrepancia. De pronto, mirando sus fotos comenté jocosamente que sus ratones parecían extrañamente enormes. Claro, se trataba de ratas, y habíamos encontrado una interesante diferencia entre dos especies.

El asunto es que pocas veces pensamos el experimento previendo de antemano el análisis que vamos a hacer y las comparaciones a efectuar. Como dijo Ronald Fisher, un famosísimo genio de la estadística, "consultar al estadístico depués de que hayamos terminado las experiencias es como pedirle que realice un análisis post mortem y nos diga de qué murió el experimento". Saber analizar y preverlo es tan importante -o más - que saber experimentar.

Y lo mismo vale para las cosas de todos los días: planear lo que hacemos y, sobre todo, no creer en resultados únicos sino repetibles es una buena manera de ser más científicos en nuestra vida cotidiana.

http://www.lanacion.com.ar/1909689-que-hace-que-un-experimento-sea-cientifico

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