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No nos pongamos a dieta, cambiemos nuestra dieta

Por Rosana Suárez, estudiante de la carrera de Nutrición, afiliada AMFEAFIP

Con la llegada de la primavera, resulta difícil no dejarse engullir por la proximidad del verano… y el tsunami de propuestas de dietas que cada año nos trae. Hoy vamos a tratar de desmitificar algunos conceptos para ayudarnos a cambiar el 'chip' y empezar desde cero a la hora de reaprender todo lo relacionado con la alimentación y de esa manera recibir al verano, en plena forma!!!

 

 

Generalmente, las dietas no funcionan porque se basan en la temporalidad y la prohibición.  Un mes decidimos ponernos a dieta, ponemos a prueba nuestra toda fuerza de voluntad, pasamos hambre y cuando los resultados no están de acuerdo a nuestras expectativas, sobreviene el cansancio y listo,  ya no “estamos a dieta”. Volvemos a comer de todo y con más ganas que nunca.  Y nuestro metabolismo que trabaja más lento, por la restricción impuesta por la dieta,  poco a poco va acumulando todo lo excedente por lo que volvemos a subir de peso. Cualquier cosa que se basa en la privación y la prohibición no será sostenible ya que “a lo que te resistes, persiste”. Ése es el temido “efecto rebote”.

¿Pero queremos vernos bien un mes, una temporada o para siempre?

Además, muchas personas la asocian con la palabra “régimen”, y en la mayoría de casos con los conceptos de “obligación”, “falta de libertad” y “sufrimiento”. Sin que nos demos cuenta, en nuestro subconsciente la palabra “dieta” está asociada a la frase “para conseguir resultados tienes que sufrir”. Y aquí es donde comienza el problema en la mayoría de nosotros. Para justificar un  cambio a través del  sufrimiento tenemos que ver un peligro muy inminente, pero la obesidad y el sedentarismo, si bien son enfermedades de importancia, no duelen en el momento por lo que tampoco, promueven acciones inmediatas.

La palabra “dieta” no tiene la culpa de nada, sin embargo, después que hemos probado más de una dieta para perder peso, comenzamos a darnos cuenta que hay que tomar cierta distancia con determinados métodos para adelgazar. Por ejemplo, deberíamos dejar de contar calorías y enfocarnos en los alimentos que nos van a permitir vivir nuestro día a día al máximo.

Las dietas, entendidas como “un papel donde hay escritas una serie de recomendaciones”, se sustentan en los resultados de corto plazo. Están pensadas para facilitar la vida de quien las hace, con esfuerzos puntuales, consumiendo pocas calorías y pocos alimentos (rompiendo un principio de variedad fundamental), el cuerpo responde bajando peso. Sin embargo sabemos que cuando se facilita tanto el proceso, corremos el riesgo de no aprender nada durante el camino y por tanto, las posibilidades de no llegar a ningún lado son siempre altas.

Si decidimos que queremos vernos bien para siempre,  tenemos que aceptar que el proceso no será inmediato,  ya que nuestro cuerpo se irá adaptando a los hábitos que mantengamos a largo plazo. La dieta ideal debe de ser una dieta que fomente la longevidad, el bienestar, la salud y el peso, tanto a corto como a largo plazo.

¿Es cierto que “somos lo que comemos”?

Tenemos que  comprender que nuestras reacciones ante la comida tienen una base fisiológica.  El cuerpo se está regenerando y reconstruyendo constantemente, los glóbulos rojos sólo viven unos 120 días, las células que recubren el estómago se renuevan cada 3 días y la piel aproximadamente cada 4 semanas. El cuerpo, en vez de utilizar martillo, clavos y cemento, utiliza aminoácidos, enzimas, minerales y vitaminas. Si construyes tu cuerpo a base de alimentos de mala calidad, a la primera tormenta tu casa se vendrá abajo, pero si lo construyes con alimentos y herramientas de buena calidad durará más tiempo y se verá mejor... Y es que una alimentación equilibrada (tender a equilibrar proteínas, carbohidratos y grasas) te ayudará a salir de la dependencia y la adicción a una serie de productos que desequilibran tu energía haciéndote creer que tu cuerpo funciona bien durante el día, cuando en realidad es solo una falsa apariencia.

¿Por qué hoy comemos tan mal?

Vivimos rodeados de publicidad que nos dice que los alimentos cargados de azúcar, grasas y sal nos dan la felicidad. Las empresas de alimentos invierten miles y millones, para que nosotros deseemos consumir sus productos. Estamos rodeados por ellos y es muy difícil encontrar opciones sanas en el supermercado, en los restaurantes, hoteles, etc. Otro factor es que como todo el mundo come mal, si alguien se rebela al cuidarse a través de los alimentos y el deporte, muchas veces es tachado de raro y extremista. Y por último, nuestro cuerpo está diseñado para que nos gusten los alimentos cargados en azúcar y grasa, ya que hasta hace 100 años estos alimentos significaban supervivencia (azúcar es energía y grasa calorías) y hoy en día nuestra genética lo mantiene en su memoria.

¿Qué recomendaciones nutricionales nos ayudan a proteger nuestra salud?

Lo que nos proporciona la naturaleza, es decir, lo que nuestro cuerpo está diseñado a comer: legumbres, cereales integrales, verduras, frutas, grasas saludables (como las aceitunas, coco, frutos secos…) y animales que han sido criados libres de hormonas, medicamentos y que son de libre pastoreo. Los alimentos más importantes son las verduras, sobre todo las de hoja verde. Y si quieres incrementar el valor nutricional de tu dieta, no hay que olvidarse de los superalimentos (como la chía, quinoa,coco, cacao…).

¿Somos de tener mucho hambre ?

No hay que frustrarnos…Cuánta más grasa tenemos en el cuerpo, más hambre y más apetencia por la comida “adictiva” tendremos. Es fisiología pura. Mucha gente intenta dominar su adicción y su ansiedad culpando a su falta de fuerza de voluntad. Nuestra recomendación es sencilla, comer equilibrado es una buena forma de no tener que lidiar en cada comida con tu fuerza de voluntad. Mejora tu alimentación y mejorará tu fuerza de voluntad respecto a la alimentación. La proteína mejorará los bajones energéticos que nos llevan a utilizar más azúcares de la cuenta. Introducir los carbohidratos favorables con la cantidad de proteína óptima nos hará tener un estado energético a lo largo del día mucho mejor. Y esto es el inicio del cambio.

Nadie nace sabiendo….

Nuestro subconsciente está continuamente produciendo juicios sobre los alimentos que obedecen a creencias y valores que demasiadas veces nos desequilibran la alimentación. Y a veces la información disponible o los consejos, aunque bien intencionados, no son los indicados para nuestras necesidades, por eso es fundamental el asesoramiento nutricional profesional,  que nos brinda además de información, la contención necesaria para esos momentos en que  nuestra voluntad flaquea convirtiéndose en nuestro “saboteador personal”.

 

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