Por primera vez desde 2019, Nueva York tiene una Asamblea Genera de Naciones Unidas más o menos normal. Eso sí: la nueva normalidad es menos agradable que la vieja normalidad. El centro de la ciudad está mucho más sucio, tiene muchos más 'sin techo' y mucha más delincuencia que hace tres años, y, hace apenas dos semanas, un vídeo de un robo en un coche en el que los asaltantes embistieron al vehículo de su víctima se hizo viral. El vídeo fue todavía más sorprendente porque el salvaje asalto fue en el Upper East Side, la zona más 'pija' de la ciudad, en la que tiene su residencia la crema y nata de la sociedad neoyorquina, incluyendo al embajador español en la ONU, cuya sede visitará mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
La Asamblea arranca, en parte, bajo la sombra de la guerra de Ucrania, la crisis energética agravada por esta, que amenaza con liquidar las promesas de lucha contra el cambio climático de ediciones anteriores, y con la nueva Guerra Fría entre EEUU y China. En las últimas semanas, Rusia ha perdido apoyos entre los países emergentes, a medida que la teatro de operaciones oscilaba entre la violación de los Derechos Humanos en el trato a los civiles y la selección de objetivos y elridículo más absoluto en el campo de batalla.
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