En defensa de la política (y de los políticos)
La despolitización es una decisión profundamente política, e implica elegir la apatía para terminar entregando el futuro común a fuerzas incontrolables. Reivindicar la política es defender la posibilidad (¿necesidad?) de actuar para transformar la realidad.

Por Carlos Álvarez Teijeiro*, Perfil.com, 07-09-2025
La sociedad del rendimiento ha conseguido algo que se nos antojaba por completo impensable: convertir a la política en objeto de desprecio universal y esto, en gran medida, porque el sujeto autoproducido que es signo de nuestros tiempos experimenta cualquier forma de mediación comunitaria como obstáculo para su performance individual, una profunda aversión hacia lo político que no es casual en absoluto, sino que responde a una lógica sistémica que anhela la despolitización radical de la existencia.
Aristóteles definía al ser humano como zoon politikon, animal político por naturaleza y, de hecho, la política no era para los griegos una actividad profesional, sino la condición misma de la humanidad plena. Así, en la polis se realizaba la excelencia humana, la areté, mediante el ejercicio de la palabra y la acción en común, y esto hasta el extremo de que quien quedaba excluido de este espacio público era considerado idiotes: aquel que vive replegado sobre sí mismo, incapaz de trascender la esfera privada.
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*Profesor de Ética de la Comunicación de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.