AMBITO 26/07/2021
Algunos atletas argentinos sufrieron esta afección cardíaca como consecuencia del coronavirus. Qué recomendaciones siguieron y cómo trabajaron durante el proceso.
El mundo entero alteró su funcionamiento ordinario desde la irrupción de la pandemia de coronavirus. Lo que alguna vez fue incuestionable, desde 2020 rompió su lógica. El deporte global debió rearmar filas y adaptarse a lo que las medidas sanitarias pedían. Los contagios son inevitables en prácticas y competencia, pero hay un peligro latente e imposible de predecir que acecha en la oscuridad: la miocarditis como consecuencia del Covid-19.
Las secuelas que aparecen tras sufrir la infección del SARS-CoV2 son variadas y aleatorias, e incluyen algunas afecciones cardíacas que a los deportistas de elite -y amateurs de alta intensidad- los pone en un riesgo mayor habida cuenta de sus esfuerzos.
“La miocarditis es una enfermedad inflamatoria del músculo cardíaco que puede causar desde la muerte súbita a manifestaciones de insuficiencia cardíaca aguda, o incluso, miocardiopatía dilatada o una arritmia compleja”, explica Enrique Prada (MN63142), médico clínico, cardiólogo y deportólogo, además de coordinador del área médica del Cenard.
Prada siguió de cerca los casos de deportistas argentinos que se vieron afectados por esta patología. Juan Pablo Ficovich, Pilar Geijo, Leonardo Ponzio y Lucas Barrios son algunos de los atletas de diversas disciplinas que atravesaron este proceso, y en boca del especialista, todos se han recuperado de forma satisfactoria. Tanto los competidores como sus equipos de trabajo suelen resaltar la calidad profesional del facultativo.
Las causas que originan la inflamación del corazón son múltiples. “Las más frecuentes son las infecciones, como hongos, parásitos, bacterias, y los virus, que son las más numerosas. Dentro de esas podemos mencionar la hepatitis C, el HIV y, por supuesto, el Covid”, detalla.
Pese a ser una enfermedad de índole respiratoria, Prada expone que el contagio por coronavirus “genera una respuesta inflamatoria en todo el organismo, no sólo afecta a los pulmones sino que también al corazón, o el hígado, como si fuera una hepatitis”.
La clave para detectar una posible miocarditis está en el dolor de pecho y, fundamentalmente, en los controles una vez superada la enfermedad. Al principio los efectos en el corazón aparecían en pacientes de mayor edad, pero hoy avanzó a la población en general. Según Prada, la edad o las condiciones preexistentes no influyen.
Por otra parte, el jefe médico del Cenard deja en claro que el ser deportista tampoco tiene incidencia tanto en el contagio como en los problemas cardíacos: “Tiene que ver con la respuesta del sistema inmunológico, por lo que si no está en buen estado, es más propenso a sufrir una enfermedad infecciosa. No hay reportes que indiquen que por ser deportistas tengan más posibilidades de sufrir una miocarditis por el coronavirus. En los atletas de elite hoy se hace un control post Covid sistemático, por el entrenamiento, porque sus esfuerzos son mayores y aumenta el riesgo”.
“Cuando se detecta la miocarditis en un deportista hay que seguirlos estrictamente y hay que hacerle estudios de control hasta que se demuestre que se ha resuelto el proceso y así puede volver a retomar la actividad competitiva, con entrenamientos progresivos. El tratamiento es reposo, y depende de la magnitud de la misma autorizamos o no a entrenar a una baja o moderada carga hasta que se cure. Una vez que ha sido superado y no dejó secuelas -que es lo primordial-, el deportista vuelve a su actividad normal”, detalla Prada sobre todo el proceso.
Diferentes trabajos académicos en el mundo llevaron a estandarizar el proceso de detección y tratamiento de la miocarditis. En Argentina, el área médica del Cenard emplea el demoniado triple screening: dosaje de troponina (una enzima que se libera cuando hay lesión en el músculo cardíaco), un electrocardiograma y un ecocardiograma; además, en nuestro país se incluyó la ergometría. “Todo esto permitió pasar de porcentajes muy altos a comienzos de la pandemia a una probabilidad de aparición de la miocarditis del 1%. El riesgo es bajo”, argumenta el deportólogo.
Prada es concluyente con los tiempos y formas luego de superado el Covid-19: es necesario controlarse. “Puede haber muerte súbita, por lo que debemos que ser cuidadosos y hay que hacer los estudios para poder dar el apto físico deportivo. En Argentina mucha gente se confunde y cree que el alta epidemiológica ya permite hacer una vida normal, pero eso indica que no contagiás y podés salir a la calle, no que estés en condiciones de hacer deporte”.
“Hay que estar muy atentos porque para un deportista recreativo de cierta edad, el esfuerzo puede ser muy parecido al de un competitivo joven”, sostiene el médico, quien además informa que los atletas nacionales están en óptimas condiciones.
La miocarditis en primera persona
Jugar con el corazón. Una de las frases más recurrentes en el deporte. Para un atleta este enunciado es literal. El oxígeno viaja por la sangre para darle energía a los músculos. No solo es una cuestión de vida, también es el propio rendimiento.
Pilar Geijo es una de las nadadoras más importantes de la historia argentina. Cinco veces campeona del mundo en aguas abiertas, en septiembre del año pasado fue una de las miles de personas infectadas por el coronavirus. Precisamente, el día que pactó trabajar con el histórico entrenador Juan Carlos Martín, tuvo fiebre. Una vez que recibió el alta epidemiológica, el mismo día que iba a arrancar los entrenamientos se enteró que tenía miocarditis.
“Es loco, porque uno se imagina un dedo fracturado, se pone un yeso y ya está. Que te digan que tenés un problema en el corazón es muy fuerte, seas deportista o no, tengas la edad que tengas. Te genera mucha incertidumbre, porque una de las posibilidades es morirse. Me agarró mucha tristeza, recién había vuelto a entrenar después de la pandemia, fue un freno al reinicio”, rememora la porteña de 36 años.
El proceso total por el que pasó Geijo duró cinco meses, entre el positivo de Covid-19 y el apto físico total, y fue atendida por el Dr. Prada. “Primero me hice una resonancia magnética cardíaca y ahí me dio miocarditis. El médico me dijo que íbamos a entrenar al 50% hasta el siguiente estudio. Entrenaba muy suave, sin reloj, muchísimo más lento que lo usual”, describe la atleta.
“Luego de tres meses me hice otro estudio y me dio fibrosis (NdR: una inflación de menor gravedad), ya no miocarditis y ahí pude usar el reloj y me habilitaron a hacer un poquito más intenso, con 160 pulsaciones de límite. Esa etapa duró otros dos meses. La tercera resonancia mostró la ausencia de ambas patologías y me dieron el apto físico”, indica Geijo.
Mientras tanto, deportista y entrenador fueron trabajando de acuerdo con todas las indicaciones médicas, y cada pequeño logro fue motivo de festejos. Sin embargo, en retrospectiva, Geijo no lo asume como un drama, sino como algo que le abrió otras posibilidades.
“Tuve mucha calma, siempre intento ver lo positivo de todo. Aproveché para hacer un montón de proyectos que no podía continuar por la falta de tiempo. Cuando hay una adversidad, es muy importante tener un plan B, especialmente fuera de mi deporte. Mirándolo hoy, podría decir, aunque sea raro, que fue lo mejor que me pasó en la vida, porque me permitió hacer un montón de cosas, tanto personales como laborales”, se sincera.
“Volver a entrenar fue como volver a nacer, con mucho entusiasmo, dispuesta a todo. Valoré poder hacer la actividad de nuevo. Al principio tuve miedo, pero lo superé”. En pocas semanas Geijó competirá en Macedonia y en Capri, dos instancias de la Copa del Mundo. En Italia será la competidora con más participaciones histórica. Asegura que las ganas y la preparación están al máximo. Y pondrá su corazón en todo.
Después de más de un año, muchas cartas en relación al Covid-19 ya están en juego. Los contagios parecen inevitables, pero el cuidado sigue siendo primordial. También los chequeos posteriores, sea para un deportista o no. En definitiva, más allá de a qué se dedique cada uno, la salud es lo principal. Allí también hay que poner el corazón.