Chile inicia este domingo el último tramo de un largo proceso constituyente sin precedentes en América Latina. Desde aquellas revueltas de 2019, que pusieron patas para arriba el equilbrio de poder que había estructurado la transición iniciada en 1990, los chilenos han buscado una puerta de salida democrática. El 80% votó a favor de enterrar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. El trabajo de la Asamblea Constituyente, dominada por la izquierda, terminó el 4 de julio pasado, cuando el presidente Gabriel Boric recibió un nuevo texto. Resta ahora que la población lo apruebe mediante un referéndum de resultado vinculante y participación obligatoria.
En una semana más, el domingo 4 de septiembre, unos 15,1 millones de personas votarán entre el apruebo o el rechazo. El rechazo al nuevo texto lleva una ventaja de entre nueve y 16 puntos, según las últimas encuestas conocidas antes de que comenzara la prohibición de informar nuevos sondeos. El oficialismo del presidente Gabriel Boric, que no ha disimulado su opción por aprobar el texto, ha trabajado para revertir la desventaja o, al menos, lograr que se pierda por poco. Aunque los sondeos dan una clara ventaja al rechazo, nadie descarta del todo una sorpresa.
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