Occidente no ha muerto pero trabaja en ello
El economista griego, Yanis Varoufakis, estrella de la centro izquierda, examina los tropezones y ambigüedades de Europa y vaticina los efectos de su sistema de inequidad.
Clarin.com, Yanis Varoufakis, 14 de enero de 2025
Un grupo variopinto de expertos del centro político de Europa, el Sur Global y, tras la victoria electoral de Donald Trump cree que Occidente está en decadencia. Sin duda, nunca se ha concentrado tanto poder en las manos de tan pocas personas (y códigos postales) en Occidente, pero ¿ésto significa por sí solo que el poder en Occidente está condenado?
En Europa, hay buenas razones para abrazar el relato del declive. Así como el Imperio Romano trasladó su capital a Constantinopla, en Bizancio, actual Turquía, para extender su hegemonía otro milenio, abandonando Roma a los bárbaros, el centro de gravedad de Occidente se trasladó a Estados Unidos, abandonando Gran Bretaña y Europa al estancamiento que las está volviendo inertes, atrasadas y cada vez más irrelevantes.
Pero hay una razón más profunda para el sombrío sentimiento de los expertos: la tendencia a confundir el declive del compromiso de Occidente con su propio sistema de valores (derechos humanos universales, diversidad y apertura) con el declive de Occidente. Como una serpiente que muda su vieja piel, Occidente gana poder al desprenderse de un sistema de valores que sostuvo su dominio durante el siglo XX pero que, en el XXI, ya no sirve a ese objetivo.
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