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Lecturas para pensar: "La vejez"

La Vejez

“Joven toma y lee. Si puedes llegar hasta el final de esta obra, no te costará comprender otra mejor.
Como me he propuesto no tanto instruirte como ejercitarte, poco me importa que admitas mis ideas o que las rechaces, con tal de que ocupen toda tu atención. Alguien más capacitado te enseñará a conocer las fuerzas de la naturaleza; me bastará con haber puesto las tuyas a prueba. Adiós”.

Denis Diderot - "Reflexiones sobre la Interpretación de la Naturaleza"

Foto: Geraldine Chaplin

Pocas veces encontraremos en la literatura universal el secreto desmenuzado de la esencia de la vejez. Podremos esbozar una idea a partir de la dicotomía del poder político y de la sabiduría en los cargos más importantes de la antigüedad contra el declive anatómico de nuestro cuerpo, presente en toda la vida orgánica del planeta.

¿Pero es sólo esa dicotomía la única capaz de desentrañar una de las etapas de nuestra vida? Griegos, chinos e egipcios han descripto la ritualidad de la vejez.

Los primeros bajo el concepto de política normativa: la vejez nos aportado el status requerido para dirigir la polis desde la Gerusia. Pero es de suponer que el pueblo de las fiestas atléticas de Olimpia también haya hecho reflejo de la vejez en el estado de nuestro cuerpo humano. El mito de Titón lo comprueba.

Los orientales, nos hablarán desde las estructuras sociales propias del altruismo que circunda esas tierras lejanas y entendemos que el lugar de los ancianos está puesto al servicio de un ideal mayor. Los viejos dirigen las economías, la moralidad y reflejan el liderazgo desde la autoridad y no de la gestión (a diferencia de los griegos, que eran los propios gestores). No obstante, Durkheim describiría al suicidio altruista como aquél propio de sociedades orientales dispuestas al mayor beneficio común. Los ancianos, no pueden ser una traba para el pueblo y es por eso, que son las sociedades con mayor tasas de suicidio de todas las edades, pero sorprendentemente mayor en la vejez.

Los egipcios en cambio, avanzaran en el plano medicinal y con las características propias de la anatomía, pero no olvidarán que la vejez es sólo un paso para la siguiente vida. Un tramo por recorrer. Quizás, fueron los primeros positivistas.

Últimamente nos preguntamos cuál es el lugar de los jóvenes pero también olvidamos preguntar: ¿Cuál es el lugar de los viejos?

 

Dos Grandes Tabúes: La vejez, la muerte.
Simone de Beauvoir

“Cuando Buda era todavía el príncipe Siddharta, encerrado por su padre en un magnífico palacio, se escapó varias veces para pasearse en coche por los alrededores.

En su primera salida encontró a un hombre achacoso, desdentado, todo lleno de arrugas, canoso, encorvado, apoyado en un bastón, balbuceante y tembloroso.

Ante su asombro, el cochero le explicó lo que es un viejo: "Que desgracia, exclamó el príncipe, que los seres débiles e ignorantes, embriagados por el orgullo propio de la juventud, no vean la vejez. Volvamos rápido a casa. De qué sirven los juegos y las alegrías si soy la morada de la futura vejez"

Buda reconoció en un anciano su propio destino porque, nacido para salvar a los hombres, quiso asumir su condición total. En eso se diferenciaba de ellos, que eluden los aspectos que les desagradan. Y en particular la vejez. Norteamérica ha tachado de su vocabulario la palabra muerte: se habla del ser querido que se fue; asimismo evita toda referencia a la edad avanzada. En Francia, actualmente, es también un tema prohibido.

Cuando al final de la fuerza de las cosas infringí ese tabú, ¡qué indignación provoqué!

Admitir que yo estaba en el umbral de la vejez acechaba a todas las mujeres, que ya se había apoderado de muchas. ¡Con amabilidad o con cólera mucha gente, sobretodo gente de edad me repitió abundantemente que la vejez no existe! Hay gente menos joven que otra, eso es todo.

Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es indecente hablar. Sobre la mujer, el niño, el adolescente, existe en todos los sectores una abundante literatura; fuera de las obras especializadas, las alusiones a la vejez son muy raras.

Un autor de historietas cómicas tuvo que rehacer toda una serie porque había incluído en sus personajes a una pareja de abuelos: "Suprima a los viejos, le ordenaron. Cuando explicó que estoy trabajando en un ensayo sobre la vejez, las más de las veces me dicen: "¡Que idea...! ¡Si usted no es vieja...! Que tema triste..."

Justamente por eso escribo este libro: para quebrar la conspiración del silencio..."

Título original en francés: "La Vieillese”

 

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