Es la paradoja a la que se enfrenta Chile. Hace dos años el país estaba ilusionado con cambiar su ley fundamental y hacerlo a través de una Convención Constitucional. Casi el 80% votó a favor de cambiar la carta magna heredada de la dictadura de Pinochet y reformada en Democracia.
Dos años después las mismas urnas que eligieron a los 155 integrantes que reflejaban a una amplia sociedad en la convención han decido rechazar por amplia mayoría el texto que esta estuvo elaborando durante un año.
Parecía que al principio pesaba más la desconfianza en los políticos que en esa convención, pero durante la campaña ha pesado más la desconfianza en el texto y en sus integrantes.
Ahora quien asumirá el papel protagonista será el Parlamento formado por una cámara de diputados fuertemente fragmentada y el Senado, en el que domina la oposición de derechas. Un día después cada chileno hace su análisis:
"Las cosas no se dan lamentablemente, el rico nunca quiere soltar el poder y el pobre no va a elevarse un poquito más", apunta un ciudadano. "Es lo que salió y bueno, hay que continuar de aquí en adelante", destaca otra ciudadana."La gente no la leyó, ni siquiera se dio el tiempo de estudiarla", indica otra."Los chilenos votamos conforme a las necesidades que tenemos, pero tampoco estamos dispuestos a hipotecar nuestra libertad y los logros que hemos obtenido con tanto sacrificio de muchos años y cuidamos también de nuestra democracia", señala otra ciudadana.
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