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¿Qué es hoy una obra maestra? Ser único en la era digital

Por Lorena Oliva, LA NACION, DOMINGO 11 DE SEPTIEMBRE DE 2016

 

 

Ilustración: Vero Gatti.

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La noticia, difundida hace pocas semanas, desencadenó múltiples debates. Tras consultar a casi 180 críticos y personalidades relacionados con el mundo del cine, la BBC elaboró un ranking con los 100 mejores films del siglo en curso.Mulholland Drive (El camino de los sueños), de David Lynch, encabeza la lista.

El acto de elaborar un ranking sobre el cine de este siglo cuando sólo han transcurrido dieciséis años generó, como era de suponerse, todo tipo de controversias entre especialistas y meros aficionados. No sólo con respecto a la conveniencia de mirar tan pequeña porción de tiempo con vocación retrospectiva, sino también por la selección. ¿Tiene Mulholland Drive la estatura de una obra maestra? ¿Por qué ésa y no la segunda, la décima o la número 100? ¿Y qué decir de otras películas valiosas que no integraron el listado?

Lo cierto es que, más allá del ranking, todas las resonancias que se generaron a su alrededor son igual de interesantes y disparan nuevas preguntas. ¿Qué cualidades se exige que posea hoy una obra -cinematográfica, literaria o pictórica, por mencionar apenas tres ejemplos- para ser considerada superior al resto? Y en ese contexto: ¿cómo se articula la valoración de los especialistas con las preferencias de un público que -potenciado por el entorno digital- se ha vuelto más diverso, heterogéneo y atomizado, con espacios propios para hacer oír su voz?

Todas las voces consultadas para esta nota coinciden con las palabras del filósofo francés Jean Galard, ex director de Servicios Culturales del Museo de Louvre cuando, en un pasaje del libro ¿Qué es una obra maestra?, expresa: "No hay sombra de obra maestra sin el destello de la perfección". Sin embargo, tal como ellos mismos reconocen, se trata de un término dinámico -en su vínculo con la crítica y el público- y rico en significados. Un concepto que, ante toda transformación estructural en el mundo de la cultura, admite nuevas significaciones.

"La condición de 'obra maestra' puede ser el fruto de una apreciación cultural no formalizada por parte de sectores sociales más amplios, aunque haya agentes y órganos culturales que incidan fuertemente en la asignación de esa condición como, por ejemplo, durante el ciclo de la modernidad, los críticos literarios y las publicaciones periódicas y suplementos literarios de los grandes medios gráficos", analiza al respecto el investigador principal del Conicet y profesor titular de la UBA Leonardo Funes.

Aunque en el imaginario social el término se encuentra fuertemente ligado a la historia del arte y la cultura de museo, basta repasar sus orígenes para concluir que, con el paso de los siglos, ha sufrido transformaciones.

En su artículo "¿Para qué sirven las obras maestras?", el filósofo e investigador del Centro de Investigaciones Filosóficas (UA Conicet) Ricardo Ibarlucía recuerda el origen del concepto "obra maestra". "El concepto de ?obra maestra' es una adquisión moderna, ligada al desarrollo de la conciencia artística en las sociedades occidentales [?]. La expresión tiene su origen en la tradición artesanal [?], que exigía a todo aprendiz, para que le fuera acordado el estatuto de maestro, producir una obra que demostrara su excelencia en la práctica del oficio. La producción de una ?obra maestra' formaba parte de una prueba de experticia, en la que un jurado de artesanos decidía, sobre la base de criterios establecidos, si el candidato podía ser admitido como miembro del gremio y adquirir, en consecuencia, el derecho de abrir un taller, vender sus productos en la ciudad y formar a su vez a aprendices [?]."

Pero ¿cómo fue que se alteró su sentido original?

"Parecería haber sido el producto de la historiografía y de la crítica que inauguró Vasari con sus monumentales Vidas, entre 1550 y 1568 -dice José Emilio Burucúa, profesor titular de la Universidad Nacional de San Martín-. Ya para este pintor-cronista, ciertas obras condensaban los mayores empeños y propósitos estéticos de las generaciones, lideradas por los artistas que abrían nuevos rumbos o llevaban a la perfección las investigaciones abiertas por sus predecesores en el horizonte de las formas, los manejos del color y las representaciones. Aunque resulta claro que la Antigüedad greco-romana también poseyó conceptos muy próximos a los de ?obra maestra' y ?genio artístico'."

Más que perfección
Consultado por la nacion, el intelectual - doctor en Filosofía e historiador del arte- también cree que, hoy en día, la potencia del término no se agota en la mera perfección estética: "Las obras maestras contienen y nos ceden, cuando las observamos y hacemos el esfuerzo productivo de interpretarlas, las huellas más claras, emocionalmente más poderosas, de las tensiones y la capacidad creativa de una civilización".

Con él coincide Ibarlucía, también profesor de Estética y director del Boletín de Estéticade la Unsam. "Lo que consideramos una obra maestra no es sólo una obra de arte excepcional y única; es una obra que comunica una experiencia humana fundamental y que, al hacerlo, instaura horizontes de sentido, abre y proyecta un universo de significaciones históricas. En un grado eminente, una obra maestra constituye una objetivación -literaria, plástica, musical, arquitectónica- de emociones humanas fundamentales, dotada de un gran poder de rememoración y de universalización", considera.

También el "arte de masas"
Claro que, a su entender, la discusión actual no se agota en el ámbito de un museo. "Es un error muy frecuente circunscribir la discusión sobre el estatuto de las obras de arte a lo que consagran los museos de arte moderno o las galerías de arte. No todo es arte conceptual, videoarte o arte digital. Este enfoque deja de lado no sólo los problemas propios de los ámbitos de la música académica, la literatura, la danza, el teatro o la arquitectura, sino también, y esto es bastante delicado, las formas expresivas de lo que, a falta de mejores palabras, llamamos ?arte de masas': el cine, la fotografía, el diseño gráfico e industrial, el cómic, la moda o el rock", asegura.

De hecho, en el caso puntual del cine, el crítico e investigador Gonzalo Aguilar cree que, hoy en día, los criterios de selección de obras maestras son más lábiles que en el pasado. "Hay películas que renuevan los procesos y las formas y producen algo nuevo. Esto es muy claro en El ciudadano o en el cine de Jean-Luc Godard -explica-. Pero hay otras películas, tal vez menores, que se valoran después por el abordaje con carácter visionario de ciertas temáticas. Se me viene a la mente el caso de Cat People, de Jacques Tourneur. Y después tenemos casos como el de Woody Allen: todo su cine es una obra maestra, una especie de libreta de apuntes que se va ampliando con cada nueva película."

Entre los especialistas existe bastante acuerdo con respecto a que las obras de arte de una época no son las contemporáneas sino que refieren a un pasado, aunque sea cercano. En ese sentido, y aunque le reconoce notables virtudes al film de David Lynch que encabeza el ranking de la BBC, Aguilar también cree que tiene bastante de polémico considerar obra maestra a una creación contemporánea porque, a su entender, condiciona la mirada. "Aunque no me gusta idealizar el pasado, creo que los archivos del cine sin duda pueden alumbrar nuevas obras maestras. Y la crítica tiene un rol muy importante allí. Es indudable que la gente maneja mucha información. Entonces, el desafío es poder incidir con producción de pensamiento y saber", puntualiza.

Vientos de cambio
En el ámbito específico de la literatura también soplan vientos de cambio. De acuerdo con Funes, si hasta no hace mucho cualquier escritor trabajaba dentro de la literatura, como si ésta fuera una suerte de ecosistema o de biosfera, ahora los escritores encaran su labor desde afuera, interpelando y cuestionando ese conglomerado institucional, sean o no conscientes de ello. "Las nuevas tecnologías y las nuevas maneras de la producción verbal, en principio orientadas a un reciclaje constante de lo existente -según una lógica que recuerda mucho la manera medieval de composición literaria, para la cual todo decir se respaldaba en lo ya dicho-, están poniendo en entredicho cultural (y en conflicto judicial) la idea misma de originalidad y de copia, o de plagio", agrega el especialista.

Actual presidente de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales, Funes está lejos de creer, sin embargo, que el texto escrito corra algún tipo de peligro. "Uno de los indicios más claros de la notable perdurabilidad del texto moderno como forma cultural hegemónica en tiempos posmodernos lo constituye el hecho de que blogueros y youtubers alcancen la ?consagración' cuando sus textos aparecen en el formato de libros impresos. De modo que los mecanismos de legitimación cultural están cambiando más lentamente de lo que los gurúes del paraíso digital no se cansan de predicar."

En un contexto de cambios y continuidades, los criterios para reconocer una obra maestra siguen siendo claros para Ibarlucía. "Los dos primeros tienen que ver con la excelencia en su género y la ejemplaridad, lo que les confiere ese carácter no sólo excepcional, sino también paradigmático. Una obra maestra funciona por lo general como un modelo o parámetro para nuestra apreciación estética. El tercero es el de la empatía, que descansa en la capacidad de una obra de arte para conmover, para ser acogida como parte de sus propias vidas por un gran número de hombres y mujeres, incluso por quienes pertenecen a épocas muy alejadas y desconocen lo que la obra pudo expresar originalmente."

Sigue Ibarlucía: "Esto nos lleva al cuarto criterio: la comunicabilidad o transmisibilidad. Una obra maestra no sólo pervive o sobrevive, sino que además vuelve a vivir en las generaciones futuras. Es una obra que sus lectores, espectadores u oyentes incorporan a su mundo de representaciones y que, al hacerlo, retransfieren enriquecida con significaciones más profundas al mundo de la cultura. En otras palabras, es una obra que se asimila y se recrea, que se renueva y transfigura, que sigue ?obrando' en el tiempo".

Lo cierto es que el impacto de la cultura digital y audiovisual impone sus propias leyes y altera algunas lógicas. Como técnicas de difusión masiva, han hecho que las obras de arte resulten accesibles a un número creciente de personas en todo el mundo. Y, tal como señala Ibarlucía, han profundizado y expandido los medios de producción y reproducción mecánica o analógica, lo que tiene al menos un doble impacto.

"Por un lado, tiene un impacto retrospectivo, ya que vuelve disponibles obras del pasado -pictóricas, literarias, musicales- a las que la mayoría de las personas de otro modo no podría tener acceso. Por el otro, estas transformaciones no sólo inciden sobre los mecanismos de legitimación de tal o cual arte o corriente artística, acercando las obras a los destinatarios sin la omnipresencia del crítico de arte o especialista. También diversifican y pluralizan la recepción de las obras de arte, dando lugar a la resignificación de producciones que no han ocupado el centro de los intereses de la crítica o la historiografía del arte y que el audio, el video o las imágenes codificadas presentan ante nosotros como tesoros que acaban de descubrirse", agrega el especialista.

Es evidente que el fenómeno de las redes sociales ha diseminado la función crítica en la masa de usuarios y que mediante operaciones de "big data" es posible registrar tendencias e impacto; con lo cual el rol del crítico también atraviesa un proceso de transformación. "Como lector especializado e ilustrado -reconoce Funes-, parece estar retrocediendo en la consideración de la comunidad lectora o receptora de textos y discursos audiovisuales. Sin embargo, ante la velocidad de caducidad de los fenómenos que estamos presenciando, es posible que en un futuro más o menos cercano la masa inabarcable de información requiera la presencia de críticos profesionales que provean de guías de navegación para las nuevas maneras de leer."

 

http://www.lanacion.com.ar/1935870-que-es-una-obra-maestra-en-la-era-digital

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